Creo que sería casi filosófica la charla que tendría que mantener con vos, que lees estas líneas, como para llegar a un punto común en al conmemoración de este día.
Lo cierto es que no voy a utilizar tu tiempo para escribir una historia, que probablemente ya conoces. Lo importante, hoy y aquí, es que reconozcamos el inmenso valor de la mujer en la vida en sí. Ellas como fuente creadora, no olvidar que para que eso suceda nosotros debemos de ser partícipes –a pesar de las técnicas de inseminación-, no solo tienen el don y la capacidad de dar la vida, sino que además poseen la virtud de velar por el desarrollo físico de una máquina tan perfecta como el ser humano.
Seguramente en otro momento te contaré cuál es el motivo por el cual me refiero al ser humano como una máquina perfecta, las imperfecciones corren por cuenta y orden de cada uno de nosotros como individuos.
Para abonar esta idea del reconocimiento quiero citar una frase de la compañera “EVITA”, a quien las mujeres de la Argentina, sea cual fuere su bandería política, deben de agradecer la posibilidad de ejercer el pleno derecho al ejercicio democrático del voto.
"...Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna."
(12 de marzo de 1947 – Mª Eva Duarte de Perón)
Lo cierto es que no voy a utilizar tu tiempo para escribir una historia, que probablemente ya conoces. Lo importante, hoy y aquí, es que reconozcamos el inmenso valor de la mujer en la vida en sí. Ellas como fuente creadora, no olvidar que para que eso suceda nosotros debemos de ser partícipes –a pesar de las técnicas de inseminación-, no solo tienen el don y la capacidad de dar la vida, sino que además poseen la virtud de velar por el desarrollo físico de una máquina tan perfecta como el ser humano.
Seguramente en otro momento te contaré cuál es el motivo por el cual me refiero al ser humano como una máquina perfecta, las imperfecciones corren por cuenta y orden de cada uno de nosotros como individuos.
Para abonar esta idea del reconocimiento quiero citar una frase de la compañera “EVITA”, a quien las mujeres de la Argentina, sea cual fuere su bandería política, deben de agradecer la posibilidad de ejercer el pleno derecho al ejercicio democrático del voto.
"...Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna."(12 de marzo de 1947 – Mª Eva Duarte de Perón)
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